— ¿Qué ves, _________?
—Nada. No estoy mirando nada.
Apoyó la barbilla en la mano y sacudió la cabeza.
—Son tan obvias. Mira a la pelirroja. Ella ha pasado sus dedos por el pelo tantas veces como parpadea. Me pregunto si Harry se cansa de eso.
Louis asintió con la cabeza. —Lo hace. Todo el mundo piensa que es un imbécil, pero si supieran la cantidad de paciencia que hace frente a todas las chicas que piensan que lo pueden domar… él no puede ir a ninguna parte sin ser molestado. Confía en mí; él es mucho más amable de lo que yo lo sería.
—Oh, como si no te gustaría. —dijo Eleanor, besando la mejilla de Louis.
Harry estaba terminado su cigarrillo fuera de la cafetería cuando pasé. —Espera, Pidge. Te acompaño.
—No tienes que acompañarme a todas las clases, Harry. Sé cómo llegar por mí misma.
Harry fue fácilmente distraído por una chica con pelo largo y negro y una falda corta caminando mientras le sonrió. Él la siguió con la mirada y asintió con la cabeza en la dirección de la chica, arrojando su cigarrillo.
—Te veré más tarde, Pidge.
—Sí. —dije, poniendo los ojos en blanco mientras él trotaba hacia la chica.
El asiento de Harry permaneció vacío durante la clase, y me encontré a mí misma un poco enfadada con él por perder la clase por una chica a la que no conocía. El Profesor Chaney terminó la clase temprano, y me apresuré por el césped, consciente de que tenía que encontrarme con Finch a las tres para entregarle las notas de La Música de Sherri Cassidy. Miré mi reloj y apresuré el paso.
— ¿___________?
Liam corrió por el césped hasta llegar a mi lado. —No creo que nos hemos conocido formalmente, —dijo, tendiéndome la mano—. Liam Hayes.
Tomé su mano y sonreí. —_______ Abernathy.
—Estaba detrás de ti cuando recibiste tu calificación de biología. Felicidades. —sonrió, metiendo las manos en los bolsillos.
—Gracias. Harry ayudó, o habría estado al final de la lista, créeme.
—Oh, ustedes son…
—Amigos.
Liam asintió y sonrió. — ¿Te dijo que hay una fiesta este fin de semana?
—Por lo general sólo hablamos de biología y comida.
Liam se echó a reír. —Eso suena como Harry.
En la puerta de Morgan Hall, Liam escaneó mi cara con sus grandes ojos verdes. —Deberías venir. Será divertido.
—Hablaré con Eleanor. No creo que tengamos ningún plan.
— ¿Son un paquete?
—Hemos hecho un pacto este verano. No asistiremos a ninguna fiesta sin la otra.
—Inteligente. —asintió con la cabeza en señal de aprobación.
—Ella conoció a Lou en la clase de orientación, por lo que en realidad no he tenido que estar junto a ella tanto. Esta será la primera vez que necesitaré preguntarle, estoy segura que estará feliz de venir. —Me regañé internamente. No sólo estaba balbuceando, sino que había hecho obvio que yo no era invitada a fiestas.
—Genial. Nos vemos allí. —dijo. Él mostró su perfecta sonrisa de modelo de Banana Republic con su mandíbula cuadrada y su piel naturalmente bronceada, caminando por el campus.
Lo vi alejarse; él era alto, limpio, con una camisa apretada de vestir a rayas y jeans. Me mordí el labio, halagada por su invitación.
—Ahora, él es más tu tipo. —dijo Finch en mi oído.
—Él es lindo, ¿eh? —Le pregunté, sin poder dejar de sonreír.
—Diablos, sí, él es lindo… en la posición de misionero o algo así.
— ¡Finch! —Grité, golpeándolo en el hombro.
— ¿Obtuviste las notas de Sherri?
—Sí, —dije, sacándolas de mi bolso. Él encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre los labios y miró hacia los papeles.
—Jodidamente brillante. —dijo, escaneando las páginas. Él las dobló y guardó en su bolsillo—. Lo bueno es que las calderas de Morgan no están funcionando. Necesitarás una ducha de agua fría después de recibir miradas lascivas por ese alto chico.
— ¿Los dormitorios no tienen agua caliente? —Gemí.
—Eso es lo que cuentan. —dijo Finch, deslizando su mochila sobre su hombro—. Me voy a Algebra. Dile a Ele que dije que no se olvide de mí este fin de semana.
—Yo le diré. —me quejé, mirando las paredes de ladrillo antiguo de nuestro dormitorio. Caminé a mi habitación, abrí la puerta y dejé caer mi mochila al suelo.
—No hay agua caliente. —murmuró Kara desde su lado del escritorio.
—He oído.
Mi celular sonó, lo abrí para encontrarme con un mensaje de Eleanor maldiciendo las calderas. Unos minutos después se oyó un golpe en la puerta.
Eleanor entró y se dejó caer sobre la cama, sus brazos cruzados. — ¿Pueden creer esta mierda? ¿Cuánto no estamos pagando y ni siquiera podemos tomar una ducha con agua caliente?
Kara suspiró. —Deja de quejarte. ¿Por qué no te quedas con tu novio? ¿No has estado quedándote con él, de todos modos?
Los ojos de Eleanor se enfocaron en Kara. —Buena idea, Kara. El hecho de que seas una perra es útil a veces.
Kara mantuvo sus ojos en el monitor de su computadora, sin inmutarse por el golpe de Eleanor.
Eleanor sacó su teléfono celular y envió un mensaje de texto con una velocidad y precisión asombrosa. Su teléfono sonó, y ella me sonrió. —Nos vamos a quedar con Lou y Harry hasta que arreglen las calderas.
— ¿Qué? ¡No me quedaré! —Grité.
—Oh, sí que lo harás. No hay ninguna razón para que te quedes atrapada aquí, congelándote en la ducha cuando Harry y Louis tienen dos baños en su apartamento.
—No he sido invitada.
—Yo te estoy invitando. Lou ya dijo que estaba bien. Puedes dormir en el sofá… si es que Harry no lo está utilizando.
— ¿Y si lo está usando?
Eleanor se encogió de hombros. —Entonces puedes dormir en la cama de Harry.
— ¡De ninguna manera!
Ella puso los ojos en blanco. —No seas un bebé, ____________. Ustedes son amigos, ¿verdad? Si él no ha intentado nada hasta ahora, no creo que lo hará.
Sus palabras hicieron que mi boca se cerrara. Harry había estado a mí alrededor en una u otra manera todas las noches durante semanas. Había estado tan ocupada asegurándome de que todos notaran que sólo éramos amigos, que no se me había ocurrido que él realmente sólo estaba interesado en nuestra amistad. No estaba segura por qué, pero me sentí insultada.
Kara nos miró con incredulidad. — ¿Harry Styles no ha intentado dormir contigo?
—Somos amigos. —le dije en tono defensivo.
—Lo sé, pero él ni siquiera ha… ¿intentado? Él ha dormido con todo el mundo.
—Excepto nosotras. —dijo Eleanor, mirándola—. Y tú.
Kara se encogió de hombros. —Bueno, nunca lo he conocido. Sólo he oído rumores.
—Exactamente. —le espeté—. Ni siquiera lo conoces.
Kara regresó a su monitor, ajena a nuestra presencia.
Suspiré. —Muy bien, Ele. Tengo que hacer las maletas.
—Asegúrate de empacar por unos días, quién sabe cuánto tiempo llevará arreglar las calderas. —dijo, muy emocionada.
El temor se apoderó de mí como si estuviera a punto de entrar al territorio del enemigo. —Ugh… bien.
Eleanor saltó cuando me abrazó. — ¡Esto será tan divertido!
Media hora más tarde empacamos nuestras cosas en su Honda y nos dirigimos al apartamento. Eleanor muy apenas tomó una respiración entre sus divagaciones mientras conducía. Ella sonó la bocina cuando se estacionó frente al apartamento. Louis corrió por las escaleras, y sacó nuestras maletas del maletero, siguiéndonos por las escaleras.
—Está abierto. —resopló.
Eleanor abrió la puerta y la mantuvo abierta. Louis gruñó cuando puso nuestro equipaje en el suelo. — ¡Jesús, Bebé! ¡Tú maleta pesa nueve kilos más que la de ________!
Eleanor y yo nos quedamos inmóviles cuando una mujer salió del cuarto de baño, abotonándose la blusa.
—Hola. —dijo ella, sorprendida. Sus ojos llenos de rímel corrido nos examinaron antes de observar el equipaje. La reconocí como la morena de piernas largas que Harry había seguido de la cafetería.
Eleanor miró a Louis.
Él levantó las manos. — ¡Ella está con Harry!
Harry apareció en la esquina en un par de calzoncillos y bostezó. Él miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espada. —Mis invitados están aquí. Es mejor que te vayas.
Ella sonrió y echó los brazos alrededor de él, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador.
—Eh… no te preocupes por eso. —dijo Harry en tono casual.
— ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarlo a los ojos.
— ¡Otra vez! —dijo Eleanor. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Él es Harry follador Styles! Él es famoso por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Louis. Él puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara.
La chica entrecerró los ojos hacia Harry y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella.
Harry caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado.
Eleanor negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Louis la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba.
Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Louis era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas.
Harry estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, Pidge? ¿Día duro?
—No, estoy profundamente disgustada.
— ¿Conmigo? —Él estaba sonriendo. Debería haber sabido que él esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme.
—Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera?
— ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué.
Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número?
Harry se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar?
— ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar?
—No prometo nada a nadie, Pidge. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá.
Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Harry. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija?
—Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera.
Me crucé de brazos, enfadada de que él tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres un imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero?
—Estoy diciendo que fui honesto con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen.
—Ella no parecía entender tus intenciones, Harry.
—Las mujeres suelen justificar sus acciones con lo que sus cabezas les dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente?
—Eres un cerdo.
Harry se encogió de hombros. —Me han llamado peor.
Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela.
—Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé.
— ¿Por qué?
Lo miré, furiosa por su expresión confusa.
—¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome!
Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama.
—La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura.
—Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.
Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso!
—Hablo absolutamente en serio. Las bolseo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación.
— ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama?
Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa.
— ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche?
— ¡No!
—Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio.
Lo miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que él ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor.
La puerta se abrió y salté. — ¿Ele?
—No, soy yo. —dijo Harry.
Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que él viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!
—Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema extraña para el rostro que encontré en tu bolsa.
— ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Él no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes.
Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Harry!
Él me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes.
—Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas.
—No voy a mirar, Pidge. —rió.
Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Él escupió, gorgoteó y escupió de nuevo, luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la camiseta y shorts, colocándome mis gafas y cepillé un peine a través de mi cabello. La crema hidratante de noche que Harry había traído llamó mi atención, y no pude evitar sonreír. Él era atento y agradable cuando lo quería ser.
Harry abrió la puerta otra vez. — ¡Vamos, Pidge! ¡Me estoy haciendo viejo!
Arrojé el peine en su dirección y él se agachó, cerrando la puerta y riéndose durante el camino a su habitación. Me lavé los dientes y arrastré mis pies por el pasillo, pasando el dormitorio de Louis en el camino.
—Buenas noches, ______. —llamó Eleanor desde la oscuridad.
Dudé antes de golpear dos suaves golpes en la puerta de Harry.
—Entra, Pidge. No tienes que tocar.
Él abrió la puerta y entré, viendo su cama de hierro negro paralela a la línea de ventanas en el extremo de la habitación. Las paredes estaban desnudas a excepción de un solitario sombrero encima de la cabecera. Casi esperaba que su habitación estuviera cubierta de posters de mujeres semi desnudas, pero ni siquiera vi un anuncio para una marca de cerveza. Su cama era negra, su alfombra gris, todo lo demás en la habitación era blanco. Parecía como si acabara de mudarse.
—Bonita pijama. —dijo Harry, notando mi short a cuadros color amarillo y azul marino y mi camisa de Eastern. Se sentó en la cama y le dio unas palmaditas a la almohada a su lado —. Bien, ven. No voy a morderte.
—No te tengo miedo. —le dije, acercándome a la cama y dejando el libro de biología junto a él—. ¿Tienes una pluma?
Él asintió con la cabeza hacia su mesa de noche. —Primer cajón.
Me estiré sobre la cama y abrí el cajón, encontrando tres bolígrafos, un lápiz, un tubo de jalea KY, y un tazón de cristal lleno de paquetes de diferentes marcas de condones. Asqueada, tomé una lapicera y cerré el cajón.
— ¿Qué? —Preguntó, dándole vuelta a una página del libro.
— ¿Robaste la clínica de salud?
—No. ¿Por qué?
Quité la tapa de la pluma, incapaz de mantener la expresión de asco fuera de mi rostro. —Tu suministro de preservativos para toda la vida.
—Más vale prevenir que lamentar, ¿no?
Puse los ojos en blanco. Harry regresó al libro, una irónica sonrisa apareció en sus labios. Él leyó las notas para mí, resaltando los puntos principales, mientras él me hacía preguntas y pacientemente explicaba lo que yo no entendía.
Después de una hora, me quité las gafas y froté los ojos. —Estoy muerta. No puedo memorizar una macromolécula más.
Harry sonrió, cerrando el libro.
Hice una pausa, sin estar segura sobre nuestros arreglos para dormir. Harry salió de la habitación y caminó por el pasillo, murmurando algo en la habitación de Louis antes de encender la ducha. Me envolví en la colcha y la tiré hasta mi cuello, escuchando el ruido agudo del agua corriendo a través de las tuberías.
Diez minutos más tarde, el agua se cerró y el piso crujió bajo los pasos de Harry. Echó a andar por la habitación con una toalla alrededor de sus caderas. Él tenía tatuajes en ambos lados de su pecho, el arte tribal oscuro cubriendo cada uno de sus abultados hombros. En su brazo derecho, las líneas y los símbolos negros se extendían desde su hombro hasta la muñeca, en el izquierdo, los tatuajes se detenían en su codo, con sólo una línea de escritura en la parte inferior de su antebrazo. Intencionalmente me mantuve de espaldas a él mientras que él se paró frente a su tocador y dejó caer la toalla para ponerse un par de bóxers.
Después de apagar la luz, se metió en la cama junto a mí.
— ¿Dormirás aquí también? —Pregunté, volviéndome para mirarlo. La luna llena fuera de la ventana oscureció su rostro.
—Bueno, sí. Esta es mi cama.
—Lo sé, pero… —Hice una pausa. Mis otras opciones eran el sofá o el sillón reclinable.
Harry sonrió y negó con la cabeza. — ¿Aún no confías en mí? Me comportaré mejor que bien, lo juro. —dijo, levantando los dedos que estaba segura los Boy Scouts de Estados Unidos nunca habían considerado usar.
No discutí, simplemente me di vuelta y puse mi cabeza en la almohada, metiendo las sábanas detrás de mí para que hubiera una clara barrera entre su cuerpo y el mío.
—Buenas noches, Pigeon. —susurró en mi oído. Podía sentir su aliento a menta en mi mejilla, ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. Gracias a Dios que estaba lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi embarazosa reacción, o el rubor de mis mejillas.
Parecía que acaba de cerrar los ojos cuando escuché el reloj despertador. Estiré la mano para apagarlo, pero me sorprendí con horror cuando sentí piel cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Harry pensara que lo había hecho a propósito.
— ¿Harry? La alarma —susurré. Él aún no se movía—. ¡Harry! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de él, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj. Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente.
Harry se echó a reír.
— ¿Estabas despierto?
—Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.
—No me acosté sobre ti, —protesté—. No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.
Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno?
Lo miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre.
—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?
—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta.
— ¿A dónde vas? —Preguntó.
—A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?
Harry se estiró y luego caminó hasta mí en sus bóxers. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme en tus pantalones? —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono.
—No soy temperamental.
Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, Pidge. Te aprecio demasiado.
Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Kara se repetían en mi mente. Harry Styles dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué él no tenía ganas de intentar dormir conmigo.
La puerta se abrió de nuevo y Eleanor entró.
— ¡Arriba, arriba, levántate y brilla! —Sonrió, bostezando.
—Te pareces a tu madre, Ele. —me quejé, rebuscando en mi maleta.
—Oh… ¿alguien no durmió bien anoche?
—Él apenas respiró en mi dirección. —le dije mordazmente.
Una sonrisa iluminó el rostro de Eleanor. —Oh.
— ¿Oh, qué?
—Nada. —dijo ella, volviendo a la habitación de Louis.
Harry estaba en la cocina, tarareando una canción al azar mientras cocinaba huevos revueltos. — ¿Estás segura que no quieres desayunar? —Me preguntó.
Louis y Eleanor entraron y Louis tomó dos platos del gabinete, sosteniéndolos mientras Harry servía una porción en cada uno. Louis puso los platos en la barra, él y Eleanor se sentaron juntos, satisfaciendo el apetito que probablemente gastaron la noche anterior.
—No me mires así, Lou. Lo siento, sólo que no quiero ir. —dijo Eleanor.
—Bebé, la Casa tiene una fiesta de parejas dos veces al año. —dijo Louis mientras masticaba—. Aún falta un mes. Tendrás tiempo de sobra para encontrar un vestido y hacer todas esas cosas de chicas.
—Lo haría, Lou… es muy dulce… pero no voy a conocer a nadie allí.
—Muchas de las chicas que estarán no conocen a los demás. —dijo, sorprendido por el rechazo.
Ella se dejó caer en su silla. —Las chicas perras de la hermandad son invitadas a esas cosas. Todas se conocerán entre sí… será extraño.
—Vamos, Ele. No me obligues a ir solo.
—Bueno… ¿tal vez podrías buscar a alguien para que invite a ______? —Dijo ella, mirándome y luego a Harry.
Harry levantó una ceja y Louis negó con la cabeza.
—Harry no va a fiestas de parejas. Es algo a donde llevarías tu novia… y Harry no… ya sabes.
Eleanor se encogió de hombros. —Podemos conseguirle a alguien.
Entrecerré mis ojos en su dirección. —Te puedo escuchar, sabes.
Eleanor usó la cara que ella sabía que no podía decir no.
— ¿Por favor, _______? Vamos a encontrarte un buen tipo que sea divertido e ingenioso, y podrás asegurarte que sea guapo… ¡te prometo que pasarás un buen rato! Y, ¿Quién sabe? Tal vez hasta se lleven bien.
Harry lanzó el plato al fregadero. —Yo no he dicho que no la llevaría.
Puse los ojos en blanco. —No me hagas ningún favor, Harry.
—Eso no es lo que quise decir, Pidge. Las fiestas de parejas son para chicos con novias, y todo el mundo sabe que yo no hago eso de novias. Pero no tendré que preocuparme de que tú esperes un anillo de compromiso después.
Eleanor hizo un puchero. — ¿Por fis, ______?
— ¡No me mires así! —Me quejé—. Harry no quiere ir, yo no quiero ir… nosotros no seremos muy divertidos.
Harry se cruzó de brazos y se apoyó en el fregadero. —Yo no dije que no quería ir. Creo que sería divertido si los cuatro asistimos, —se encogió de hombros.
Los ojos de todos se centraron en mí y yo retrocedí. — ¿Por qué no pasamos el rato aquí?
Eleanor puso mala cara y Louis se inclinó hacia adelante. —Porque tengo que ir, ____________. Soy un estudiante de primer año; tengo que asegurarme de que todo pase sin problemas, que todo el mundo tenga una cerveza en mano, y cosas así.
Harry cruzó la cocina y envolvió el brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí hacia él. —Vamos, Pidge. ¿Quieres ir conmigo?
Miré a Eleanor, luego a Louis y, finalmente, a Harry. —Sí. —suspiré.
Eleanor chilló y me abrazó, y sentí la mano de Louis en mi espalda. —Gracias, _______. —dijo Louis.
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